En este mes hay dos días especiales: Día de la Mujer y Día del Hombre (en Colombia, a nivel internacional es en noviembre). Éstos son especiales porque el 8 de marzo se conmemora que muchos años atrás un grupo de mujeres trabajadoras sufrieron un trágico final y desde entonces en esta fecha se les hace honor a ellas y todas las mujeres que ejercen su derecho a trabajar.
Para los hombres, el 19 de marzo es su fecha y se debe a que en este mismo día se celebra el día de San José, de quien se toma referencia de humildad y la responsabilidad de sobrellevar la familia. También fue declarada así esta celebración para generar balance, igualdad entre los géneros y hacer sentir igual de importantes a los varones.
Y bien, no está para nada mal festejar, cortejar a cada uno en su día y agradecer el rol y las virtudes que ejercen. ¿Pero qué tal si nos desligamos un poco de lo que cada género debe representar y lo que debe haber en su entorno? Con ésto nos referimos a que dejemos que los niños decidan desde pequeños qué quieren, qué les gusta y cómo se quieren ver.
Enseñarles a los niños cómo es su cuerpo y cómo se diferencia del sexo contrario, es algo que no se debe omitir, al igual que inculcarles el respeto y amor tanto propio como hacia los demás. Que si a los niños les decimos que hay que respetar a las niñas y no tocarlas “ni con el pétalo de una rosa”, a ellas también debemos hacerles entender que los varoncitos merecen dicho respeto, todo ésto porque más allá de dividirnos en géneros, somos todos humanos y como tal nos debemos tratar. Sin embargo, sí podemos reservarnos el hecho de decirles que el rosado es para las niñas y el azul para los niños. Que jugar con muñecas es algo femenino o hacer correr un carro es cosa de hombres. Este tipo de cosas no definirá nada. ¿Tal vez nos hemos puesto a pensar que si un niño coge una muñeca es porque percibe en ella la belleza de una mujer? O ¿Quizás la niña que juega con carritos es porque tiene una personalidad arriesgada y le gustan los retos y la adrenalina? Hay que ser cautelosos con lo que les decimos que no está bien, porque a largo plazo podríamos estar sembrando frustraciones en ellos.
¡Pero celebremos! Celebremos que cada uno de ellos existe, hagámoles saber que hay vida gracias a que existen el hombre y la mujer. Que ninguno es más que el otro, por el contrario son piezas complementarias para llevar a cabo una amistad, un proyecto, una familia y hasta una fiesta. Celebremos que cada uno se define por sus aptitudes, sus gestos, sus pasiones y valores, pero nunca permitamos que los colores definan a nuestros niños y niñas.